“Había un montón de niveles y de cosas muy ricas en su historia. Pero sin duda lo primero que nos llamó la atención es que siendo uno de los mejores bailarines de su generación resulta que era un niño que no quería bailar. Entonces uno piensa, ¿qué camino ha hecho este hombre como para llegar de eso a ser uno de los más grandes?”, se cuestiona la realizadora de este filme.
Fue en ese andar que Icíar Bollaín descubrió varias capas en la vida de Carlos Acosta, entre ellas la dolorosa relación que tuvo con su padre, un hombre duro que lo obligó a tomar clases de ballet cuando vio el potencial que tenía desde jovencito.
“Era una cosa muy contradictoria, pero al mismo tiempo llena de brutalidad y de amor”, cuenta la directora. Y es que además del fuerte carácter de su padre, Acosta tuvo que soportar las burlas y los gritos de “marica” que otros niños en el barrio le gritaban cuando iba a bailar. “Durante varios años se escapó de esas clases y recibía duras palizas por eso. Pero hubo un momento donde quiso bailar, de no ser así no hubiera llegado a ser uno de los mejores de nuestra generación”.
“Una cosa que Carlos nos contó en el desarrollo de la película es que de repente se dio cuenta que podía meterse en problemas o ser malo en muchas cosas, pero era bueno en la danza. Y de repente, lo que era su cárcel, se convirtió en su refugio. Fue muy duro, pero fue un camino que lo formó”, comparte la realizadora que también ha dirigido los filmes También la lluvia o Flores de otro mundo.
Aunque la película cuenta con la actuación del propio Carlos Acosta en su etapa adulta, Icíar Bollaín dice que el bailarín mantuvo cierta distancia con el proyecto por cuestiones laborales. “Él vive en el Reino Unido y tiene su compañía en La Habana. Nos dio libertad total para hacer el proyecto y cuando me tocó dirigirlo, solamente me dijo: ‘Tú haces cine y yo bailo; haz tu trabajo’. Fue muy generoso”.
Al ritmo del corazón es también una oportunidad para retratar la historia de Cuba a través de este personaje, “porque su vida también va en paralelo con las últimas cuatro décadas de la isla. Carlos vivió el racismo cuando era niño, el exilio en Miami que vivieron muchas familias en los años ochenta, el periodo especial. Entonces, claro, la vida de Carlos va escalonada con esos 40 años de Cuba”.
La película fue filmada en algunas locaciones del Reino Unido y de España y cuenta también con las actuaciones de Santiago Alfonso, que da vida al padre del bailarín; Keyvin Martínez, como el joven Carlos y Edlison Manuel Olbera Núñez en su etapa de infancia.