Las entrevistas con funcionarios involucrados en los esfuerzos de guerra y reconstrucción evocan un presupuesto gastado sin control, en un país sin un gobierno central, lo que alimentó la corrupción y llevó a la población a rechazar la coalición internacional para volcarse hacia los talibanes.
“Desde los embajadores hasta el personal de campo, (los funcionarios estadounidenses dicen que) estamos haciendo un gran trabajo. ¿Realmente?, porque si estamos haciendo un gran trabajo, ¿por qué sentimos que estamos perdiendo?” se pregunta en 2015 el general Michael Flynn, quien ha llevado a cabo varias misiones de inteligencia en el país.
Un oficial superior, identificado como el coronel Bob Crowley, asesor principal de la Isaf en 2013-2014, explica en 2016 que “cada dato se transformó para dar la mejor imagen posible”.
“Las encuestas, por ejemplo, no eran del todo confiables, pero reforzaban la idea de que todo lo que estábamos haciendo estaba bien”, aseguró. Para Douglas Lute, jefe de Irak y Afganistán en el Consejo de Seguridad Nacional (2007-2014), la misión de reconstrucción sufrió una falla de diseño.