A la tristeza por su repentina partida se sumaron las dificultades que se encontraron para que su cuerpo descansara de manera definitiva.
Y es que un mal cálculo de la funeraria hizo que el ataúd no entrara en el espacio establecido y durante varios minutos los trabajadores del cementerio hicieron maniobras extras en medio del llanto decenas de personas.
El intenso calor que se siente en Coatzacoalcos y lo tardado del proceso de entrega de los restos, provocó que los funerales se realizaran en medio de un olor que invadió el camposanto.
Los cuerpos ya en descomposición comenzaron a desprender un líquido que invadió el lugar.
De acuerdo a lo informado por personal del cementerio que se encuentra ubicado en el centro de la ciudad, el Ayuntamiento de Coatzacoalcos condonó los terrenos para las víctimas de la masacre y las familias solo aportaron 900 pesos de los trámites administrativos de Derecho de Construcción.
Hasta la tarde de ayer, 16 de las víctimas habían sido sepultadas en tres cementerios del municipio.
Otras seis víctimas fueron sacadas de Coatzacoalcos, cuatro de ellas a los estados de Oaxaca y Tabasco, así como los cuerpos de los dos marinos filipinos que regresaron a sus países.