Después de demostrar su inocencia a los 10 años, 11 meses, 7 días dentro del penal de Santha Martha Acatitla, la Clínica Especializada Condesa dio a las personas con VIH antirretrovirales y así fue como en 2009 tanto ella y el resto de la población privada de su libertad fueron atendidos, antes no sucedía así y las muertes por esta infección era constantes.
La Ciudad de México tiene registradas 35 mil 829 personas con VIH y Sida. Sólo en 2018 4 mil 229 ciudadanos resultaron positivos mientras en 2017, 3 mil 829. Hasta el 30 de septiembre de este año ya había 3 mil 216 personas positivas, según el Sistema de Información de la Clínica Especializada Condesa, Ciudad de México.
“Hay personas que no lo aceptan todavía pues que lo acepten que aprenda a vivir con él, que lo vean como un amigo y no como un enemigo, y mejor como un amigo que llegó a enseñarles como aprender a vivir”, recomendó.
Víctor Manuel León Ríos, a sus 23 años forma parte de este grupo de controladores de élite del VIH pero en comparación por ejemplo de Kenia a él no se le desarrolla el virus porque mantienen cargas virales reducidas.
A pesar de que el VIH y el Sida no son lo mismo todavía hay quienes sí lo creen y esto llevó a Víctor a vivir un proceso discriminatorio que actualmente lo tiene sin empleo.
Trabajaba en un hotel del Centro Histórico de la Ciudad de México, y le comentó a la jefa de su área que vivía con VIH, Víctor lo creyó necesario pues cada seis meses acude a su monitoreo de cargas virales y desde entonces no borra de su mente: “Los que tienen Sida siempre están enfermos y cansados. Ten mucho cuidado porque tú estás en recepción no quiero que me contagies a toda la gente de aquí”.
Para Ubaldo Ramos Alamillo, subdirector de la Clínica Condesa, es necesario que las personas que pertenecen a los controladores élite sí lleven un tratamiento antirretroviral pues antes no era obligatorio.