“Estuvo horrible”, murmuró una joven con lágrimas mientras su madre la abrazaba con fuerza.
La joven, de 23 años, fue una de las tantas personas a las que el recuerdo del muerte y destrucción que el poderoso terremoto del 7 de septiembre llegó de golpe a su memoria.
Sandra Gómez y su madre Josefina, de 48 años de edad, hacían compras en un centro comercial cuando la fuerte sacudida cimbró todo el lugar y de los estantes algunos objetos cayeron.
“Dios mío que ya no haya más por favor, esto no es bueno”, mencionó mientras el resto de la gente salía, las alarmas sísmicas sonaban y cientos de personas se reunían en sitios marcados como seguros para este tipo de eventos naturales.
La Secretaría de Protección Civil activó los protocolos de seguridad en los municipios, donde efectuaron el monitoreo mediante los más de seis mil Comités Municipales.
A un mes de cumplirse el segundo aniversario del terremoto, el más largo e intenso en la historia, se suscitó este temblor de magnitud 5.5. El poderoso remecimiento dejó en esa ocasión 16 muertos y 26 heridos, más de 14 mil viviendas destruidas total o parcialmente, así como edificios públicos, centros comerciales, zonas arqueológicas e iglesias, dañados.